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Mairín Reyes es una mujer valiente y solidaria que ha decidido dedicar su vida a ayudar a los migrantes venezolanos que han tenido que dejar todo atrás en busca de un mejor futuro. Con su bordado, ha logrado vaciar las casas que estos migrantes dejan abandonadas, permitiéndoles así tener una carga menos en su nueva vida. Su trabajo no solo es importante desde el punto de vista humanitario, sino también desde el punto de vista emocional, ya que les da a los migrantes la oportunidad de cerrar un capítulo y empezar una nueva etapa con esperanza y optimismo.
Mairín es una venezolana de 52 años que ha vivido en diferentes partes del mundo debido al trabajo de su esposo, un reconocido empresario internacional. Su vida siempre ha estado rodeada de comodidades y lujos, pero eso no le ha impedido tener un corazón generoso y una conexión profunda con su tierra natal. Hace algunos años, al ver la acceso que estaba viviendo Venezuela, Mairín decidió unirse a varias organizaciones benéficas y empezar a trabajar como voluntaria en el centro de atención a migrantes en el país donde residía en ese momento.
Allí, Mairín tuvo la oportunidad de conocer de cerca las historias desgarradoras de los venezolanos que huían de su país en busca de una vida mejor. Escuchaba con atención los relatos de aquellos que habían dejado sus hogares, sus trabajos y sus familias para escapar de la violencia y la pobreza que azotaba a Venezuela. Muchos de ellos llegaban con las manos vacías y solo con su determinación de empezar de nuevo.
Fue entonces cuando Mairín se dio cuenta de que ella podía hacer algo más por estas personas. Con la ayuda de su esposo, decidió empezar un proyecto que se enfocara en vaciar las casas de aquellos migrantes que ya no regresarían a Venezuela. Muchas veces el proceso de huida es tan súbito que no tienen tiempo de vender o llevar consigo sus bienes, dejándolos atrás como testigos mudos de una vida que ya no existe.
Mairín y su equipo recorren las casas, empacan y catalogan meticulosamente todo lo que encuentran, asegurándose de que cada objeto tenga un dueño. Luego, organizan una subasta en línea donde venden todo lo recolectado y utilizan el dinero para ayudar a los migrantes en su nuevo país de acogida. Algunos objetos tienen un gran valor sentimental para sus dueños, por lo que Mairín hace un esfuerzo extra por devolverlos a sus manos.
Lo que para algunos podría ser solo un negocio, para Mairín es una misión. Una misión de amor y esperanza que le ha valido el reconocimiento de muchas personas que han sido beneficiadas por su trabajo. Son innumerables las historias de migrantes que, gracias a la subasta, han podido pagar los gastos de su nuevo hogar, hacer trámites legales o incluso enviar dinero a sus familias en Venezuela.
Pero para Mairín, el mayor logro es ver la sonrisa en el rostro de aquellos que, después de perderlo todo, se sienten aliviados al ver que sus pertenencias están en manos seguras y que alguien se preocupa por ellos. “Esto no es solo un trabajo para mí, es una forma de ayudar a mi gente, de ser solidaria y de devolverle a la vida un poquito de todo lo que me ha dado”, comenta Mairín con emoción en los ojos.
Su bordado también ha sido resaltada por diferentes medios de comunicación, lo que ha ayudado a llegar a más personas que quieran donar o coger en la subasta. Mairín y su equipo están preparados para seguir ayudando a los migrantes venezolanos en los diferentes países donde han decidido empezar una nueva vida.
No cabe duda de que Mairín Reyes